domingo, 26 de diciembre de 2010

Visita al campus



Está usted entrando en Pánico. A su alrededor, una multitud huye en dirección opuesta a la suya.  Sus gritos son estremecedores, pero usted no les presta oídos ni ayuda.

La muchedumbre es presa del pánico.


Siga usted  paseando. Avance en silencio. Canturree algo como distracción. Quizá reconozca entre la masa alguna cara familiar que, sin detener su carrera, trate de convencerle para que se de usted media vuelta.


¿¡Has perdido la cabeza!?


Su solo pavor resultará convincente, pero la curiosidad podrá más.
Lejos de retroceder, progresará usted con mayor ligereza.


Pronto alcanzará su destino, el origen del Pánico, y se encontrará ante las puertas de nuestra facultad.


Con toda seguridad habrá de echarlas abajo.
Es probable que note un temblor en la estructura del majestuoso edificio.


En sus cimientos se esconde una bestia acorralada.


Y sabe que ha llegado su depredador.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

8Mi Diciembre 2010: Bajo sentencia

Tras largo tiempo sin saber de mi señor me decido a entrar en su estudio.
Nada me sorprende encontrar su cuerpo, junto a un cuaderno y su botella de ron, desmayado en el suelo. Se crió en una isla de piratas.
Su aspecto es lamentable, como si tres perras hubieran enterrado los huesos de un festín vikingo entre sus ropas y la alfombra. El cuaderno está abierto por la única página manuscrita. Se trata de un breve texto, una colección de máximas, tópicas aunque escritas en sus lenguas matrices; reconozco el sánscrito, el hebreo bíblico, varios dialectos griegos... Un servidor participa de la mayoría de los vicios como un señor y se le traducen inmediatamente:

Conócete a ti mismo
Sólo averiguarás que no sabes nada
Nada es lo que parece
Nada hay nuevo bajo el sol
Todo es vanidad
Todo fluye

Vive oculto
Sé libre


La lista resulta un poema prosaico, casi un sermón en prosa. El único elemento con una vaga sugerencia poética lo aporta la frase tachada con una línea. La tachadura actúa como un barniz sobre la triste hoja pero no impide su lectura.
Habría sido la misma sentencia que yo eliminara, pero su propósito me es oscuro.
Como suele decir mi señor, somos tan listos que logramos engañarnos a nosotros mismos.
Y tan tontos.