martes, 14 de junio de 2011

Cioran, Odiseo y la tortuga



Cioran amaba a los perdedores. Había vivido muchas noches presintiendo la gloria hasta que concluyó con nosotros que la gloria es la verdadera perdición.

Una perdición expresada con diminutivo rumano.

Podemos satirizarlo, y aún comprenderlo.
Sirvan de ejemplo tantas personas de talento como las que secó la fortuna y la fama. Hay quien no conoce otro impulso. Y todavía hemos de felicitarnos de que estos pocos no se contenten con un puñado de monedas. El mundo en que vivimos cambia poco.

Pero cambia en respuesta a los desvelos de un donnadie.

Quizás el Paraíso Perdido cioraniano no fuera tanto España como esa noche repleta de presentimientos.

Cuando el mundo dirija hacia vosotros su gran ojo y os alcance la gloria, adoptad la estrategia de Odysseus y el nombre de Oudeis.

En mano de nadie está ser cualquiera.

2 comentarios:

colorprimario dijo...

Una vez le oí decir a un amigo una frase que se me quedó grabada y que, no lo voy a negar, me pareció algo retorcida en su momento:

"El anonimato nos hace libres".

No lo había entendido hasta ahora.

Pd. De hecho, hasta ahora no me había dado cuanta de que desde que empecé a delirar, lo más probable es que no haya dejado de sentirme famoso ni por un momento.

Mierda de autoestima, de autoconcepto y demás puñetas en vinagre...

Ja.

Salud.

D.

Óscar García García dijo...

Salud, D.