jueves, 8 de julio de 2010

M7 Julio 2010: La Furia aprende a bailar




Un tipo inclasificable el señor.

Hoy sin ir más lejos, levanta de súbito los ojos de sus libros, se enfunda una camiseta, bebe cerveza barata (¡de lata!), come ganchitos y se añurga cantando el gol del leonino central.

No queda ahí la cosa.

Es cierto que acto seguido diserta con erudita demencia sobre el dichoso sólido platónico que remeda el esférico hilvanando perfectos hexágonos de cuero. En atropellada alocución cita (mal) el Harmentum latino, la Podosferikia helena, las brutales lidias con bola de sumerios y aztecas..., total, para concluir (mientras hace girar una bufanda sobre su cabeza) que la raíz de todo juego de pelota se hunde indefectiblemente en el infierno.

Mas cuando la figura geométrica favorita de Leibniz "se pasea por la portería sin encontrar rematador", o sencillamente "lame el poste", sucede que exclama: Uyyyyyyyyyyyyy.

En tamaño renuncio lo sorprendo a mi entrada en el salón; al instante quedo paralizado como un idiota sosteniendo el bol IKEA de acero repleto de palomitas (que el señor, pese a mi negativa, me obliga a denominar ora roscas, ora cotufas).

Al encontrarse nuestras miradas, en tono de excusa, trata de explicarme la mística de su comportamiento:

«Hoy soy el niño que fui. Es más. Hoy soy uno con muchos otros»

Sentencia.
Lo que yo entendí es que Hoy no hay señor. O lo que es más. Hoy no hay tu tía.

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