Conozco a quienes se encaminan en línea recta santificando cada fiesta, acatando cada sacramento, y celebro su amasijo convencional de fortuna.
Conozco a quienes se sumergen en la inercia del torrente así se los lleve el viento y la tierra los trague; quienes atribuyen una profundidad supersticiosa a la mera superficie y agitan su bandera en las hordas superestructuradas de la visceralidad. Y celebro tanto la espumosa pompa de su desfile como su simple naturaleza.
Conozco a los inertes que sólo dormitan y a los que nada inquieta, y celebro su mundana originalidad.
Conozco a los faustos coleccionistas de eruditelas y a los hombres de ciencia, alguien tiene que ocuparse de esos oficios sucios y yo los celebro.
Conozco a los rotos, a los tirados y arrastrados, y celebro sus espíritus inducidos, la vitalidad de sus excesos y suicidios.
Conozco a las celebridades y a los canallas.
Pero a mí no me conozco. Y lo celebro.
3 comentarios:
Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.
Empieza por conocerte a ti mismo, es un buen paso para iniciar el camino.
Me conozco, soy ese imbécil que pretende vencerse a sí mismo.
Entonces la victoria está cerca ya que te conoces tanto como a tu enemigo.
Pero ten en cuenta la norma general de las operaciones militares que consiste en:
No contar con que el enemigo no acuda a la batalla,
sino confiar en tener los medios de enfrentarte a él;
no contar con que el adversario no ataque,
sino confiar en poseer lo que no puede ser atacado.
Publicar un comentario