martes, 2 de agosto de 2011

Momentos estelares de la literatura (7)

Tras haber inspeccionado parte del gran puzzle que compone un edificio parisino sin fachada (como aquel otro sito en el número 13 de la rue del Percebe), y haber menudeado al pormenor con las reconcentradas existencias de sus inquilinos, nos llegamos al comedor de la señora Moreau, atiborrado de muebles, como por ejemplo un pequeño aparador bretón en el que siempre se había visto un licorero Napoleón III de papel machacado, un recado de fumar (con una caja de cigarrillos que representaba Los jugadores de cartas de Cézanne, un encendedor de gasolina bastante parecido a una lámpara de aceite y cuatro ceniceros decorados respectivamente con un trébol, un diamante, un corazón y una pica) y un frutero de plata lleno de naranjas, todo ello presidido por un tapiz que representaba unos jinetes árabes corriendo la pólvora; pese a todo lo cual nuestra vista se ve pronto atraída hacia la pared, donde

entre ventana y ventana, por encima de una coco weddelliana, palmera de interior de decorativo follaje, colgaba un gran lienzo oscuro que mostraba un hombre con vestiduras de juez, sentado en un alto sitial cuyos dorados salpicaban todo el cuadro.

Georges Perec, La Vie Mode d'Emploi (1978)

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