Para empezar sorprende la inexistencia de un plan de estudios.
Los cursos son interminables y contradictorios. Intentemos disuadir a cualquier entusiasta.
Aquí no se prepara a nadie para el mundo.
Se promueve la desorientación, la fiebre, la deformación.
Se le abandona a uno a su suerte.
Unos pocos conservan el juicio, en secreto, de que existe un rayo de esperanza:
llegar a ser el poco de agua, el abono, la tierra, con suerte la semilla de una frase.
A eso nos reducimos con felicidad.
A los cuidados de una línea inservible e irremplazable.
Discurso de apertura (curso 1977)
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