viernes, 11 de febrero de 2011

Escaramuzas fantásticas



Cada una de mis fantochadas es en realidad el devocionario de alguna "Gran Idea".

Esas japutas me asaltan súbitamente no importa dónde me encuentre; aunque mis lugares favoritos siguen siendo la cola del súper, el wc y la pista de patinaje. Del modo más gratuito imaginable, y siempre dándoselas, absurdamente pagadas de sí.

Ignoro por qué se creen tan importantes. Si uno las mira bien, no son sino puras chorradas. Desde luego nada parecido al germen de una obra literaria; aunque JC diga que se puede empezar por cualquier cosa, incluso el cuento del gato con botas.

Las salva quizás el hecho de comportarse como primahermanas de la obsesión, lo cual puede resultar una ventaja si no tienes memoria. Pero que se presenten como la madre del cordero, eso no lo aguanto.

Ve a incordiar a cualquier lumbrera y deja en paz a este triste y honrado trabajador, me gustaría decirle a cada idea de ese tipo que se me pasa por la cabeza. 
Pero no hay manera de ahuyentarla.

Según se presenta, con un sostenido tachán se incrusta en el rincón más azul del cerebro, y en el acto se agazapa y pone huevos.

De modo que no pasa mucho tiempo sin que te cruce por la mente una recua de patitos tras su madre.

En cuanto te descuidas, les has puesto hasta nombre. Uuuh, entonces sí que estás de mierda hasta el cuello.

Maldita sea, sé que soy demasiado débil, pero ¿quién se ocuparía si no de estos pequeñuelos?

1 comentario:

CHANDAGRUPTA dijo...

Al parecer el cerebro no fraterniza
con el sistema vegetativo y el individuo, la persona, sufre las consecuencias... Las ideas que brotan en la mente, deben ser abortadas pronto y, el feto, meterlas en frascos de tinta, para poder transcribirlas en cualquier momento. El sistema vegetativo, el físico, vive mejor y soporta al genio.