Su madre ha venido a darle un negrito muy bonito y Lázaro recuerda que, estando el negro de su padrastro trasteando con el chiquillo, como el pibe veía a su madre y a Lázaro tan blancos y a él no, huía de él con miedo para su madre y señalándole con el dedo decía:
—¡Madre, coco!
Respondió él riendo:
—¡Hideputa!
Yo, aunque bien mochacho, noté aquella palabra de mi hermanico, y dije entre mí: «¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!».
—¡Madre, coco!
Respondió él riendo:
—¡Hideputa!
Yo, aunque bien mochacho, noté aquella palabra de mi hermanico, y dije entre mí: «¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!».
Genio Anónimo, Vida de lázaro de Tormes (1554)
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