miércoles, 17 de noviembre de 2010

Mi17 Noviembre 2010: Horas muertas



Se le echaban encima con ansia de devorar su último trabajo. Él era el barro sin pulir, un proyecto de estatua que cada día cubría con un viejo trapo humedecido diciéndose mañana corregiré tal o cual fallo. Los demás eran perfectos fantasmas. Un reducido círculo, en realidad más parecido a un trapecio, conocía sin embargo las líneas de este diario.
Aquí, sólo aquí, se permitía errar.


Mi señor era un maestro del error intermitente. Si nunca soplaron los vientos a su favor, supo siempre escorarse y ganar su derrota.
Inclasificable talento el de sacar la gamba.

Hoy, su humilde servidor, celebra con un vaso colmado de vino sus funerales. "El señor ha muerto", dicen sus labios (tintos de puro vino griego) con la misma convicción que el filólogo del martillo. "Muerto, no está".
Un servidor está harto de parir excusas a su ausencia.

Cualquier otra razón sonaría ridícula o inverosímil. Traslada a Perrault, a Dante, a Shinleqiunninni, escribe una novela qué sé yo; a horas tempranas puede vérsele en la cocina discutiendo con Montaigne y un sándwich mixto.
Sólo se muestra lúcido ante el segundo.

Hoy un servidor le buscó en el taller con ánimo de echarle un pulso.
Pero no lo encontró.

O
en esa casa no había señor, o no tenía pulso.


2 comentarios:

Pepa dijo...

Un servidor tiene el calendario mal coordinado, J17 de qué mes? M17 tal vez?
Me gustan estás entradas, tienen un humor casi negro.
Un abrazo, nos vemos en la tertu.
Pepa

Óscar García García dijo...

Gracias, María José.
No puede uno confraternizar con la servidumbre. Y menos con el vino griego.
Un abrazo.