martes, 22 de marzo de 2011

Tres cerditos y sus respectivos sanmartines


Con tres días con sus noches por delante, tan sólo cuarenta y ocho páginas de materia legible por detrás, dos siglos de argumento por un lado y el problema de la era contemporánea por el otro, poco a poco y desapercibidamente te has ido subiendo por las paredes como una araña histérica.

No obstante, has hallado solución a los obstáculos y ahora escribes sobre pura seda contra tu propio agotamiento. Y sobre todas las cosas...

Tres que animan un poco:

1) A posteriori, incluso has identificado el Modelo Arquetípico de tu novelilla. Pues, tras tomar todas las decisiones narrativas pertinentes (narrador, tono, estilo, estructura...), ésta parece una bastarda descendiente del Diario de Adán y Eva de Mark Twain (alabado sea).

PD: No lo celebres tanto; el abolengo del molde, se muestra de hecho más elocuente acerca de tus limitaciones.


2) Has adquirido ritmo de trabajo (una disciplina enrededor del muslo izquierdo). Lo cual (aunque no te permitas reconocerlo hasta el vencimiento del plazo fijado), era el objetivo último al proponerte escribir sobre algo que desprecias. 

Reconócelo: esperas escribir al menos tres libros más antes del final del verano.


y 3) Las sorpresivas recompensas. Si has logrado apasionarte con un proyecto que desprecias, puedes escribir hasta bestsellers (Huxley dixit). Si has sintetizado la tesis (el point of view) de tu cosa, al mismo tiempo has dado con una piedra de toque de tu propia vocación (por llamarlo de alguna manera). Se confirma que no hay libro malo que no tenga cosa buena (Plinio senior vía Plinio Jr en boca del Genio Anónimo al que emula Cervantes).

Punto tercero este, que me hallo celebrando con una cup of wine en El Ladrón de Mandarinas.

Hora de proponer un brindis y una reflexión.

Antaño yo pensaba que la literatura española era una mala traducción de la literatura universal, aunque probablemente estuviera equivocado. También pensaba que lo que algunos designan como literatura canaria (antes la muerte que la restricción geográfica: lema patrio) no era sino una parodia de la literatura española.

Y probablemente también me equivocase. Pero qué importa, aunque sean los otros quienes estén en lo cierto, ¿acaso no soy yo la parodia de una parodia de una mala traducción?


Eso y una noticia mutilada sobre un fragmento de una tablilla sumeria.


1 comentario:

Maestro KewoSun dijo...

Apasionante cuenta atrás, al final de El final de la cuenta atrás el perro es el que se más viaja.